12 febrero 2009

Los preparativos del viaje


Tan sólo faltan un par de semanas para que un amigo y yo hagamos un nuevo viaje. Ahora es el momento de empezar a pensar en todo aquello que pueda hacernos falta. El billete de avión ya lo tenemos, pero aún hay que preparar el saco de dormir y la esterilla, seleccionar la ropa que podamos necesitar allí (no debo olvidarme del chubasquero), pensar en el dinero que nos llevaremos, e informarnos bien sobre los sitios que visitaremos (quizás un día de estos me compre una buena guía -cosa que tengo por costumbre-). Y ya está. Sólo queda pasarlo bien. En esta ocasión voy a transcribir un fragmento de El viaje de los argonautas, para asombrarme yo mismo de lo mucho que ha debido cambiar a lo largo del tiempo el sentido de algunas palabras como "viaje" o "aventura".


"Apilaron sus vestidos en tropel sobre la lisa superficie de una roca, a la que no alcanzaba el mar con sus olas, y que desde antaño el oleaje marino había pulido. En primer lugar ciñeron la nave fuertemente con vigorosos cables, según las instrucciones de Argos, y los tensaron por dentro desde ambos costados, para que los maderos se mantuvieran bien ensamblados en sus junturas y resistieran el embate de las olas. Trazaron un surco bajo la proa hacia el mar, de la anchura y largo en el que la nave iba a avanzar empujada por sus manos, y a medida que avanzaba, lo excavaban más profundo bajo la carena. En el surco colocaron los pulidos rodillos; empujaban la nave inclinando la proa hacia abajo sobre los rodillos delanteros, de modo que avanzara deslizándose sobre ellos. Luego, por arriba, colocaron los remos a ambos lados de modo que sobresaliera un codo del mango, y los ataron a los escálamos. Junto a aquéllos se distribuyeron en ambos costados y se aplicaron a empujar con el pecho y las manos. Luego subió Tifis, para enseñar a los jóvenes a empujar a compás. Daba las órdenes con grandes voces; y ellos, inclinándose, con toda la fuerza impulsaron la nave a un grito de marcha, con impetuosidad, desde sus puestos, mientras se esforzaban con los pies, hincándolos para el arrastre. La Argo del Pelión se movió muy rápida, y de uno y otro costado ellos daban gritos de júbilo al avanzar. Bajo la quilla rechinaban los fuertes rodillos con el peso, y de ellos salía un vapor oscuro por el roce. Se deslizó la nave hasta el mar. Entonces la retuvieron con cuerdas en su avance. Y por ambos lados sujetaban los remos a los escálamos, y dispusieron el mástil, las velas bien tejidas y los víveres."
"Después, recogiendo guijarros de la orilla, construyeron allí mismo un templo en la costa a Apolo Actio y Embasio (costero y protector de la marcha), según su sobrenombre. Pronto lo cubrieron por encima con troncos secos de olivo. Mientras tanto habían llegado desde el rebaño los boyeros del Esónida trayendo los dos toros. Los mantenían junto al altar los más jóvenes de los compañeros, y los otros al punto preparaban el agua lustral y los granos de cebada rituales. Entonces Jasón rogaba invocando al dios de sus padres, a Apolo: "¡Óyeme, soberano, que habitas Págasas y la ciudad de Esón, epónima de mi padre, que me prometiste, cuando consulté tu oráculo, indicarme el fin y los términos de mi ruta, pues tú mismo fuiste el promotor de estas empresas! Guía tú desde ahora esta nave con mis compañeros sanos y salvos hacia allá, y luego de regreso a Grecia. A ti después, cuando con tu ayuda regresemos, de nuevo en este altar te ofreceremos brillantes sacrificios de toros, y otros en Delfos, y otros infinitos presentes conduciré a Ortigia. Ahora, ¡Venga!, acéptanos también este sacrificio, que como peaje de esta nave y primera acción de gracias te presentamos. ¡Ojalá, soberano, desate las amarras por tu benevolencia, con buena fortuna! Y ojalá nos sople un viento suave, con el que vayamos en calma, a través del mar!"
Dijo, y al mismo tiempo arrojó los granos de cebada. Se dispusieron a aprestar los bueyes los dos, el soberbio Anceo y Heracles. Entonces éste le golpeó con su maza en medio de la cabeza, junto a la frente, y el toro cayendo de golpe quedó tendido en tierra. Anceo, golpeando al otro con el hacha de bronce en su amplio cuello, le cortó los robustos tendones y el toro se derrumbó vacilante sobre sus dos cuernos. Sus compañeros lo degollaron rápidamente y desollaron sus pieles. Los cortaron, repartieron y separaron los muslos consagrados. Y cubriendo todas estas partes de grasa, con cuidado las echaban al fuego, sobre los leños. Jasón vertía las libaciones de vino puro. Se alegraba Idmón al contemplar la llama que brillaba por todas partes de los sacrificios y el humo agorero de ésta, que se levantaba en purpúreos remolinos".
"Ya cuando el sol pasa de largo el pleno día, y empiezan a ensombrecerse los campos al pie de los montes, y mientras el sol declina hacia la sombra del atardecer, en aquel momento, después de derramar cada uno una espesa capa de hojarasca frente a la espumosa orilla, se acostaron uno tras otro. Junto a ellos estaba dispuesta muchísima comida y dulce hidromiel, que sacaban de las tinajas con sus copas. Después, por turnos, se contaban entre sí las cosas con que los jóvenes en el banquete y tras el vino acostumbran a recrearse, cuando está ausente la alocada violencia".

El viaje de los argonautas, Apolonio de Rodas

3 comentarios:

Lena yau dijo...

Disfruta mucho White...

Y regresa con letras bonitas para que disfrutemos nosotros!

Suerte!

alba dijo...

Hay algo que me encanta de los viajes y que es el antes y el después del viaje en sí. Un antes y un después que considero que también forman parte del propio viaje. Del después me gusta abrir la maleta y mirarla, y olerla, y manosearla. La miro y encuentro todo lo que me ha acompañado durante la "aventura", la huelo y evoco la comida de un día, el perfume de otras personas... Y la manoseo con los ojos cerrados para trasladarme, de nuevo, al lugar de mis "expediciones" con todas sus texturas. Pero no menos importante es el antes: los preparativos. La maleta vacía se abre a un mundo de posibilidades. Y dentro cabe ropa, objetos de aseo, cámara de fotos, algún libro (indispensable: para los viajes prefiero poesía, ya lo sabe usted bien), pero sobre todo, ilusión y curiosidad. Pero lo que aquí le relato, por supuesto, es mi antes, que bastante dista del fragor del antes de los argonautas que, señor White, ¡me ha dejado exhausta! No me extraña nada que después de todo ese trabajo supieran apreciar tan bien la luz de un atardecer o el dulce sabor de un buen vino. :)


Un dulce beso.

Lobita Esteparia dijo...

Estimado amigo, supongo que ya habrás vuelto de tu viaje, yo no he viajado pero he estado ausente mucho tiempo, de todos modos que bonito es proyectar...cuando uno organiza un viaje, creo que lo disfruta tanto como haciéndolo, de hecho el viaje empieza con los los primeros preparativos... Un saludo.