En la barra del bar, donde todos los días desayuno, mirando mi café. Nadie más que el camarero de siempre limpiando los vasos, un viejo harapiento con los pies descalzos y yo. Afuera, la niebla. En el otro extremo, el viejo levantó su copa de vino al tiempo que me miraba detenidamente. Era feísimo. Me sonrió, y pude ver su cavernosa boca. Volví la vista de nuevo a mi café, y pegué el último trago. El camarero continuaba concentrado limpiando vasos. La música se detuvo, y por fin dejaron de oírse los sonidos del mundo. Afuera, la niebla. Ese no era sitio para la vida. Allí debíamos estar todos muertos.
02 junio 2008
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5 comentarios:
Seguramente el camarero de siempre sí está muerto. Me habría gustado, cuando me dio por vivir y acabé trabajando en un bar de carretera, que alguien escribiera algo sobre mis movimientos camarerísticos.
Muchas gracias por tu comentario. Pasa siempre que quieras a escribir... estoy ansiosa por las opiniones de la gente. Yo jamás soy objetiva, ni siquiera a la hora de recibir halagos. Y te los agradezco de corazón y subjetivamente.
Un saludo, Mr. White.
Adoro desayunar, lo sabes. Es mi momento preferido del día. No hay prisas. Soy capaz de madrugar en exceso si eso va a proporcionarme un momento de paz, el olor a café, timbres de jazz, compañía real o imaginaria... A todo esto se sumó, desde hace algún tiempo, un exquisito manjar: las scoobygalletas, ¡todo un invento! Aunque como soy torpe, siempre se me rompe la galleta cuando intento restregar en ella la mantequilla, o se me escapa de las manos y hace "¡choffff!" dentro del tazón. Pero no importa. Es mi pequeño instante y nadie puede arrebatármelo.
Esto es sólo una alternativa a tu neblinoso desayuno. Puedes adentrarte en el mío cada mañana, te dejo. O imaginar otro cualquiera. Tal vez así, el café sepa mejor y el mundo acabe tomando el sonido de un saxofón.
Hola Mr. White,
Soy Fusa (quefinura.blogspot.com). Estoy de mudanzas a otra casa. Sin vecinos ni miradas entrometidas. Te sigo desde allí :)
Perdonad el mareo.
quizá fue sólo una aproximación.
Un saludo
Tal vez - y sólo tal vez- abandonarse a la niebla. La vida a veces es ese tránsito.
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