25 junio 2008

Mi paso por el cadalso


Como casi siempre que tengo un examen, hoy me he despertado a las cinco de la mañana para estudiar, aunque la verdad es que más me habría valido seguir durmiendo el resto del día. Esas tres horas de repaso se me han hecho larguísimas, me he leído los apuntes tantas veces ya a lo largo de estos días que en realidad una vez más no creo que me haya servido de mucho. Y aún así, cuando se ha hecho la hora de irme a la facultad, me ha dado la sensación de que no me lo sabía, de que había cientos de cosas que todavía se me escapaban. "Siempre me pasa lo mismo", he pensado, "y luego me va bien". Pero da igual, no puedo controlarme, y he vuelto ha desconfiar de mí mismo. Me he mirado en el espejo del baño, y he pensado que como el examen era oral, debía parecer una persona responsable. Al fin y al cabo, en el despacho íbamos a estar solos el profesor y yo, con lo que era recomendable presentar una buena imagen, y también dar sensación de seguridad.
El camino a la facultad ha sido horrible, rememorando fechas, batallas, paces, personajes destacados, constituciones, leyes fundamentales... Números y datos en definitiva, ¡como si fuera eso lo que importa! Como llegaba con media hora de antelación a la universidad, he pensado que seguramente sería el primero en entrar al examen, y así podría irme antes a casa, pero al subir el tramo de escaleras que llevaba al piso de los despachos, ya había esperando más de quince personas. Mirando hojas de apuntes y barajándolas desesperadamente, dando vueltas en círculo con la mirada fija en el techo, preguntándose unos a otros fechas y más fechas, o sentados con la cabeza entre las piernas; ese era el panorama que me he encontrado nada más llegar, y todavía quedaba media hora para empezar. Iluso de mí, he sacado los apuntes de la cartera para repasar, pero a los treinta segundos los he vuelto a meter dentro, "Que sea lo que Dios quiera, pero ya no miro ni un dato más". A mi lado, un chico y una chica se han puesto a prueba para demostrar sus conocimientos, y yo en ese momento he empezado a sentir auténtico terror. "¿En qué año se creó la Taula Rodona? En 1966, ¿y cuándo se derogó el Estatuto de Autonomía catalán? Pffff, qué fácil, ¡en 1938! A ver, ¿qué pasó el 23 de agosto de 1936?" Entonces he pensado que como siguieran así mucho tiempo a mí me iba a dar algo, y en ese instante un compañero se me ha acercado y me ha dicho sin más: "¿Sabes lo que suele preguntar? El frente de Aragón", "¡Queeeeee! Pero si no lo dio en clase", mi compañero se ha encogido de hombros y me ha sonreído. "Joder –me he dicho a mí mismo-, cuando vea en la ficha que soy de Zaragoza seguro que me pregunta el puto frente de Aragón". En ese instante he pensado seriamente en la fuga, y entonces el profesor ha pasado por delante de nosotros y ha abierto la puerta de su despacho. Se ha vuelto para dirigirse a todos, "Id pasando de uno en uno".
Cuando la primera chica ha entrado, todo el mundo en el pasillo se ha puesto a suponer lo que el profesor estaba preguntando, "¡La oposición al franquismo! No, que eso lo puso el año pasado, este pondrá la economía". Y así hemos estado todos durante un cuarto de hora hasta que ha salido la chica, y nos ha mirado con una sonrisa de oreja a oreja, "Los textos". Y todos han soltado entonces las mochilas para sacar corriendo los textos que el profesor nos dio a principio de curso sobre el franquismo. Conforme la gente iba saliendo del despacho, se ha confirmado que únicamente entraban los textos, así que todos nos hemos olvidado definitivamente de las cien hojas de apuntes. "Espero que no me pregunte el texto de los archivos –le he comentado a un amigo-, porque no se me ha acabado de quedar". A los dos minutos ha salido la chica con camiseta amarilla, y he sabido que era mi turno.
"¿Nombre?", "Alfonso White". El profesor se ha puesto a buscar mi ficha, al tiempo que decía, "Coméntame el texto de Rodríguez Jiménez... el de los archivos del franquismo". No podía ser, "Ostia puta que mala suerte. ¿Será posible? Bueno va, sal de esta". He pensado un poco, y al momento he empezado a hablar, "Para el estudio del franquismo son muy importantes los archivos, ya que en el país hay mucha información, y tal y cual...", "No, no. Dime cuáles son los archivos del franquismo en España". "Mi madre que mala suerte". He titubeado algo entonces, y me he callado, aceptando la derrota. "¿Y el de Alcalá? Ese es muy importante" me dice levantando la vista de la ficha. "Vale, ya está, esta es mi sentencia de muerte. No hay nada que hacer". Aún me ha preguntado cosas de otros dos textos, y he salido del paso como he podido, pero totalmente deshecho. "La mayor semejanza entre el franquismo y los fascismos estaba en el carácter represivo: en la abolición de las instituciones representativas...., en la prohibición de la ideología diferente a la oficial, en la censura de la prensa, el control de los medios de comunicación....., pero sobre todo en la intolerancia, creo que eso es lo más importante, la intolerancia". Pero el profesor no se ha dignado a levantar la vista de la ficha, así que no he sabido si le estaba pareciendo bien mi discurso o no. "Vale, vale. Llama al siguiente", me ha dicho mientras tapaba la ficha con la mano para escribir algo en ella. Me he levantado de la silla, y me he marchado con muy mal presentimiento.
Y así ha sido mi decepcionante jornada de examen. Unas veces sale bien, y otras no, es ley de vida. Lo que más siento es que el profesor pensará seguramente que soy un gilipollas que se ha presentado al examen sin haber tocado un libro, pero bueno... Más gilipollas era Franco.

7 comentarios:

Carlota dijo...

:) ya sé que consuelo de muchos, consuelo de tontos, pero suele pasar: basta que estés pensando "por favor, que no me pregunte el único tema que no me sé" para que como si el universo se aliara en forma de broma cósmica, justo al profe se le ocurra preguntarte ESE. Y lo peor, es como bien dices: se pensará que no has tocado un libro. Bueno, espera a saber la nota... igual el profe estaba a sus cosas y te ha aprobado :P. Suerte, un abrazo!

Anónimo dijo...

Arg, reconozco esa sensación. Y odio mucho muchísimo cuando la gente empieza a preguntarse en voz alta. Nunca me sé nada de lo que se saben los demás. O cuando sales del examen, de los escritos, y todo el mundo comenta las preguntas y las respuestas. Las tuyas siempre son únicas, nadie ha contestado lo mismo que tú.

Siempre nos quedará... Septiembre.

Nacho dijo...

Si, 33 años despues de su muerte, Franco sigue dando mal.

Pero no te preocupes, el profesor nos miraba a todos así. Un gesto serio, sin apenas mover un músculo. Creo que es hasta apropiado compararlo con el "impasible el ademan" que dice la letra del caralsol.

Por cierto, tú aún has entrado relativamente pronto, que a los últimos nos depachaba cerca de las 3. He podido repasar el franquismo, los textos, la guerra, la república... con mucho tiempo, otra cosa no, pero tiempo hemos tenido para dar y tomar.

Alfonso White dijo...

Anda macho que vaya estropicio... qué manera de cagarla. Pero espero que, como tú dices, esa mirada de rancio fuera igual para todos, porque si no me puedo ir preparando... ¡Franco en la playa!
Nooooooooooooooooooo

Anabel Rodríguez dijo...

Buenísimo, me has hecho acordarme de unos cuantos de exámenes, del típico gilipollas que antes de entrar se pone a hacer preguntas de lo más enrevesadas para poner nervioso al personal, y por supuesto del típico que viene diciendo que preguntará aquello que no se dio en clase y el profesor remitió, porque siempre era lo más importante... en realidad no lo preguntaban nunca.
Espero que apruebes, y no tengas que verle la cara nunca más al profesor, ni a Franco.

SBM dijo...

A pesar de tu impresión, buena suerte. Y efectivamente más gilipollas era Franco, y todo aquel que quiera evaluar tus conocimientos de toda una asignatura con una simple pregunta

Anónimo dijo...

Bueno...seguro que no ha ido tan mal, a veces somos demasiados injustos con nosotros mismos.

Ya nos dirás qué tal!

Por cierto, yo mataría a esos mequetrefes que se dedican a repasar en voz alta 2 minutos antes del examen ARRRg!!! (grito de agobio)