25 septiembre 2008

Otra visión (según Cervantes)


"Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro (que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima) se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república de solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia; aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre; que ella, sin ser forzada, ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían.

Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en valle y de otero en otero en trenza y en cabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra, y no eran sus adornos de los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro y la por tantos modos martirizada seda encarecen, sino de algunas hojas verdes de lampazos y yedra entretejidas, con lo que quizá iban tan pomposas y compuestas como van agora nuestras cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que la curiosidad ociosa les ha mostrado. Entonces se decoraban los conceptos amorosos del alma simple y sencillamente del mesmo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos. No había la fraude, el engaño ni la malicia mezclándose con la verdad y la llaneza. La justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje aún no se había sentado en el entendimiento del juez, porque entonces no había que juzgar, ni quien fuese juzgado. Las doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por dondequiera, sola y señora, sin temor que la ajena desenvoltura y lascivo intento le menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto y propia voluntad. Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta: porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste. Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos."


Miguel de Cervantes Saavedra. Don Quijote de la Mancha

6 comentarios:

Lobita Esteparia dijo...

Cervantes siempre tocando la fibra, de una manera entrañable, entre la añoranza de un romantico y el puro realismo. No sabes como he disfrutado hace poco de Persiles y Seguismunda...todo un descubrimiento. Un saludo y gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

Casi es imposible imaginar un mundo en el que no exista la avaricia y codicia, en el que todo el mundo comparta y no exista la palabra "posesión".

Un saludo.

gloria dijo...

Gracias por este texto. Ay, ojalá, ojalá todo fuera tan maravilloso.
Me encanta la crítica de Cervantes, crítica que podría trasladarse a este tiempo, siglos después.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hermoso contrapunto para la anterior publicación. La literatura sabe cómo crear refugios y yo casi estoy allí, inmersa en el bucólico paisaje, bajo el alcornoque, saboreando los frutos de un tiempo sin avaricia que, sin este texto, la verdad, me costaría mucho imaginar. Menos mal que dicen que anda por ahí fuera un hidalgo que llaman Don Quijote...

Dulces besitos.

Anónimo dijo...

Pues sí...qué tiempos aquellos en los que podías comer simplemente alzando un brazo y no teniendo que recurrir al pluriempleo :-)

Me ha gustado tu selección.

MBI dijo...

Qué error el de mezclar llaneza y codicia ... pero que delicia la de un semejante "cuerdo" que así lo escribe ¿no?
Yo andaba mezclada entre archivos, trabajos, ratos de música y soledad... vuelvo a que me recuerdes...lo bueno